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La
teoría nazi sostenía que entre el Führer y su pueblo existía una armonía
mística, una absoluta comunión. Pero en la realidad, la aprobación
y
adhesión del pueblo debían ser logradas. Por eso, la propaganda fue
llevada adelante por Joseph Goebbels desde el "Ministerio del Reich para
la educación del pueblo y la propaganda", creado en 1933.
La
propaganda se desarrolló en varias direcciones. Se recurrió a los
grandes actos públicos, manifestaciones y desfiles nazis, que
escenificaban la grandeza de Hitler y la disciplina impecable de su
ejército; se difundieron políticas de bienestar (vacaciones, pensiones,
etc.) y se recurrió a los medios de comunicación masiva. Los afiches
favorables al régimen nazi y a su política cultural y racial cubrieron
las ciudades. Los periódicos y libros fueron sometidos a una estricta
censura, y se llevaron a cabo grandes quemas
de libros considerados
"perniciosos".
El
cine sufrió no sólo la censura, sino además la manipulación. Todas las
películas debían contener algún mensaje pronazi. El propio estado se
ocupó de producir películas documentales de propaganda, utilizando todos
los adelantos de la técnica y arte. La radio se
convirtió en un medio muy importante para el régimen, ya que permitía
que la voz del Führer entrara en los hogares alemanes, del mismo modo
que la propaganda nazi.

La
propaganda no buscaba sólo fortalecer la fidelidad al régimen o el odio
hacia los judíos, sino también difundir formas culturales consideradas
propias o saludables para la nación, identificadas con la raza aria. De
esta manera, se instaba a los jóvenes sanos a casarse, informándoles
previamente de los antecedentes raciales de su pareja, y a procrear
familias numerosas.
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